miércoles, 21 de febrero de 2018

En esta ilusión óptica hay 16 círculos, pero tu cerebro está condicionado para no verlos - INVDES

En esta ilusión óptica hay 16 círculos, pero tu cerebro está condicionado para no verlos - INVDES

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En esta ilusión óptica hay 16 círculos, pero tu cerebro está condicionado para no verlos

Sí, la imagen sobre estas líneas tiene 16 círculos ocultos a simple vista. Probablemente al principio solo veas un montón de rectángulos, pero si te fijas atentamente, los círculos aparecen de la nada. Una vez lo hagan, ya no podrás dejar de verlos. Bienvenido a la ilusión de Coffer.
La ilusión está pegando muy fuerte en redes sociales este mes, pero su origen se remonta a 2006, año en el que fue finalista al concurso a mejor ilusión óptica del año. Su creador es el psicólogo Anthony Norcia, del Centro Smith-Kettlew para la investigación de la percepción, y su nombre deriva de su diseño, similar a los artesones o molduras de las puertas (coffins, en inglés).
Norcia creó la ilusión para investigar cómo se forma la percepción en niños. De 100 sujetos, la mayoría fue capaz de percibir los círculos en unos 45 segundos, pero algunas personas son capaces de hacerlo en apenas 10. Otras pueden pasar minutos frente a la imagen sin conseguir nada. Si no lo has logrado 45 segundos no te sientas mal. Lo que tardes no tiene nada que ver con ser más o menos inteligente, sino simplemente con lo entrenada que tengas tu capacidad para percibir objetos. Aquí hay otro ejemplo (y su solución más abajo).
La ilusión funciona es porque se trata de una imagen ambigua que juega con la capacidad de nuestro cerebro para identificar formas. Los seres humanos tendemos a reconocer antes las formas rectangulares o cuadradas que las redondas simplemente porque las primeras son más abundantes en nuestro entorno. Es igual que cuando vemos caras en objetos simplemente porque estamos en trenados para identificar rostros desde pequeños.
Una vez ha identificado los rectángulos, al cerebro le cuesta desprenderse de esa percepción, pero los círculos están ahí. Cuando los descubres, el cerebro es capaz de alternar fácilmente entre una forma y otra.
Fuente: Scientific American

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