domingo, 3 de febrero de 2013

El doctor ‘smartphone' vigila su salud | Sociedad | EL PAÍS

El doctor ‘smartphone' vigila su salud | Sociedad | EL PAÍS

El doctor ‘smartphone' vigila su salud

Pequeños aparatos combinados con el móvil permiten hacer revisiones desde el domicilio, con el consiguiente ahorro

La Casa Blanca, Nokia y Qualcomm promueven concursos de medicina digital

 

Gafas que emiten luz para ayudar a combatir el insomnio y el 'jet lag'. / REUTERS
 

Un tripulante del Enterprise yace inconsciente. Ante las enarcadas cejas de Spok, el doctor McCoy descubre el mal con solo pasar su Tricorder por encima del cuerpo. En Star Trek, serie de ciencia ficción de los años sesenta, corría el siglo XXIII. La tripulación del capitán Kirk realmente vivía muy atrasada. El Tricorder había llegado dos siglos antes.

A final de este año 2013 puede haber Tricorder de verdad. Qualcomm, fabricante de chips 3G, premia con ocho millones de euros a quien integre la medición de 15 constantes vitales del cuerpo humano —como presión arterial, pulsaciones, temperatura— además de almacenar imágenes y datos personales recogidos a través de sensores. Todo ello en un aparato personal y portátil de menos de 2,2 kilos.
Nokia también dona más de dos millones de euros para investigar sensores sanitarios, y la Casa Blanca fomenta el diseño de gráficas médicas que se entiendan de un vistazo en los móviles de sus ciudadanos.

En España, como en muchos otros países desarrollados, preocupa cada vez más la dificultad para pagar la factura sanitaria. Y hasta aquellos países que pueden hacerle frente hoy no tienen claro cómo podrán hacerlo mañana. “La sociedad mundial se enfrenta al reto de cómo gestionar esta factura. El modelo actual no es sostenible”, sostiene Pedro Díaz Yuste, director de Salud Digital en Sanitas. “Esto ocurre a la vez que Internet se ha metido en casi todos los bolsillos de los pacientes, que han tomado conciencia de que su salud les pertenece. Ellos son los dinamizadores de este cambio. Gracias a Internet es más fácil la gestión personal de la salud de cada uno”, sigue.

“El sistema de salud tal como la conocemos es anticuado. Muchas de las prácticas del médico son las mismas que hace 200 años. La mayoría sigue poniendo los dedos en la muñeca para tomar el pulso y garabatea en un papel las medicinas que tienes que tomar”, opina Don Jones, vicepresidente de Qualcomm Life.
 
En medicina digital quedan aún importantes vacíos legales por resolver

En el mundo hay 860 millones de personas con alguna enfermedad crónica. Se estima que el 25% de esos pacientes podría beneficiarse inmediatamente de soluciones para la monitorización de su salud desde casa; otro 50% se beneficiaría con la integración en sus móviles de recursos médicos ya existentes. La cuestión es cómo.

“Antes de 2025 [es decir, mucho antes que el siglo XXIII de Star Trek] el 80% del trabajo de los médicos lo realizarán los ordenadores, y mejor”, escribe Vinod Khosla que, aun no siendo médico, como inversor tiene un ojo clínico casi infalible. “La práctica de la medicina será sustituida por la ciencia de la medicina”, apunta.

Hace unas semanas, el Gobierno de Estados Unidos falló su concurso Health Design Challenge, una cita anual para mejorar la presentación de los registros médicos en ordenadores y móviles. Objetivo: acabar con la confusión y dispersión de los datos médicos, cuyos profesionales, al parecer, han conseguido trasladar su inextricable caligrafía al mundo de los bits.

De los 230 trabajos presentados (80 el año anterior) el máximo galardón fue a parar a Nightingale, una aplicación que representa visualmente los datos médicos y que además lanza predicciones en función de estadísticas creadas automáticamente con el histórico de análisis rutinarios. El sistema, de código abierto, podría ser aplicado a cualquier seguro médico, aunque empezará con los seis millones de jubilados de la Administración federal de EE UU.

“Durante nuestra vida nos sometemos a una media de tres a cinco tratamientos médicos.

Normalmente, aunque sea por la misma dolencia, son con médicos distintos, en hospitales y lugares diferentes. Disponer de ese historial médico es tarea imposible. La información está desconectada”, explica el directivo de Sanitas. “La salud era nuestra pero estaba en manos de los médicos. Ahora el paciente es consciente de esta situación”.

Pero quizás al profesional no le guste esa deriva. “Al 55% de los médicos jóvenes, los que tienen menos de cinco años de experiencia, no les agrada que el paciente tenga mayor independencia gracias a la medicina digital”, explica Jordi Serrano Ponds, fundador de UniversalDoctor, recogiendo una encuesta de Price Whaterhouse realizada entre profesionales de cinco países europeos.
 
El objetivo hoy no es curar vía Watsapp, sino reducir colas y liberar camas

En octubre, Sanitas estrenó la carpeta personal, donde cada uno de sus asociados puede volcar información, sea o no del seguro. Y es que la carpeta tiene poco valor si cada entidad o sistema sanitario tiene la suya. “Estamos en los albores de la medicina digital”, señala Yuste. “Pensamos en abrir esta carpeta para cualquiera, quizás a cambio de pagar una tarifa mensual. Nosotros hemos sido solo los primeros, pero estoy seguro de que en 10 años cada ciudadano tendrá su carpeta sanitaria en Internet. Y será una, no siete”.

El reto es el estándar universal. Pero si la industria telefónica aún no ha sido capaz de crear el cargador único, más milagroso parece que las radiografías vuelen entre hospitales de diferentes países. O no.

“En la feria mundial del móvil daremos a conocer una iniciativa de la industria del móvil para crear estándares sanitarios universales”, explica Ginés Alarcón, director de la fundación Mobile World Capital.

“No es trabajo de un día ni de un año, pero la industria tiene ambición de crear protocolos universales para que los sistemas sanitarios sean interoperables, esté donde esté el paciente. Si el sistema bancario lo ha logrado, también puede la sanidad. Aparte del ahorro y las economías de escala, lo fundamental es que cada persona tenga, en cualquier circunstancia y lugar, todo el historial médico a su alcance”.

Jones cree que el móvil tiene una oportunidad para infiltrarse en los estadios más simples y básicos de la medicina, como pedir hora al médico o solicitar recetas. Pero para eso no hay que irse a Estados Unidos.

En el hospital Ramón y Cajal de Madrid la telemedicina está ahorrando un 40% de tiempo en el departamento de consultas dermatológicas, donde se ha empezado a aplicar. Desde hace algún tiempo, los médicos de atención primaria envían imágenes y primeros diagnósticos dermatológicos al departamento correspondiente del hospital. “Le evitamos al paciente viajes inútiles al hospital, pero además conseguimos detectar antes las dolencias graves”, explica Sergio Vañó, médico del departamento y creador de DermoMap, una aplicación para el móvil.

“Yo soy muy pro tecnólogo y creo que la salud digital va a tener un papel importante en los próximos años”, explica Vañó. “Todavía hay un vacío legal, tanto desde el punto de vista de la responsabilidad médica como de privacidad del paciente, pero la tecnología puede paliar muchos de los problemas de la sanidad pública”.

Serrano coincide en el vacío legal. “Hasta ahora el organismo americano FDA, que valida las medicinas, no se había ocupado de la medicina digital. ¿Quién garantiza ahora que un móvil mide correctamente la tensión? Philips lleva 40 años en este campo pasando controles administrativos”, apunta.

El objetivo (actual) de la salud digital no es curar enfermedades graves como el cáncer a golpe de Whatsapp. Se trata de reducir colas en las emergencias de un hospital, liberar camas antes o conseguir que el paciente no se olvide de tomar la pastilla para la esquizofrenia (la mitad de la medicación para enfermos crónicos se desperdicia).

En el caso de DermoMap se trata de una aplicación para médicos y pacientes con información y fotos de las principales enfermedades de la piel. “No es para autodiagnosticarse”, avisa Vañó, “sino para tener una primera impresión y que el paciente consulte a su médico”.

Una aplicación de Walgreens, la cadena norteamericana de farmacias, permite escanear la etiqueta de los frascos de pastillas y renovar el pedido a domicilio. “Lo que me gusta de estos ejemplos es que son interesantes maneras de conseguir que la gente se ocupe de su salud con su móvil”, dice Jones.

Ciertamente hay investigaciones que se acercan a la ciencia ficción, como el chip de Adamant que podría detectar precozmente cánceres de pulmón analizando sus gases; o Ginger.io que diagnostica la salud mental analizando tuits. Pero hay aplicaciones más elementales y que funcionan. Como la estrenada hace un mes por Sanitas para embarazadas, que se ha descargado 5.000 veces. Los asociados de esta firma ya han cerrado por Internet más de 300.000 citas con sus médicos.

“La telemedicina va a costar”, pronostica el fundador de UniversalDoctor. “Con las aplicaciones de contenidos no hay problemas, pero sí con las médicas. Hay que cambiar la ley. ¿Paga el seguro privado al médico que hace telemedicina? No ¿Y la Seguridad Social cuando un enfermo crónico envía su nivel de glucosa por email a su médico? No”.

Ángel Díaz Alegre se inventó iDoctus, la traslación de los éxitos norteamericanos ePocrates y MedCad, dos aplicaciones que reúnen en el móvil el 80% de las necesidades de los médicos: acceso a los fármacos, monografías de patologías con miles de imágenes y vídeos, actualización de las revistas científicas, un dosificador de medicamentos pediátricos. “En Estados Unidos esas aplicaciones las consultan los médicos una media de cuatro veces al día, y la llevan casi millón y medio de profesionales”, informa Díaz Alegre. “Es muy útil, pues se puede usar en la misma consulta, delante del paciente, y está comprobado que al médico ahorra en torno a cien minutos a la semana”.

“Los ordenadores son mucho mejores que la gente organizando y recogiendo información”, escribe Khosla. “Tienen más memoria, recuerdan mejor y más rápidamente información compleja y cometen menos errores que un médico de Harvard. Contrariamente a la opinión popular, las computadoras son mejores que los humanos en integrar y sopesar historiales médicos, síntomas y factores ambientales”.

En estos tiempos, junto a las aplicaciones para los móviles, los mayores avances se ven en el capítulo de los sensores corporales. “El concepto del sensor como una tirita y no como un cable lo hemos tenido desde hace 10 años”, recuerda Jones, “pero solo en 2012 vimos diseños de circuitos integrados a un dólar de precio”. En este campo, Nokia dona dos millones de euros a la fundación X Prize para desarrollar una nueva generación de sensores sanitarios. Parece que la salud es un problema que afecta a todos.

La situación es crítica en España y en todos los países occidentales. Y la salud digital, cada día más personalizada, abre campos muy interesantes. Es una tendencia que no nació ayer y que muchos piden potenciar. En muchos países, hace años que el diabético no va al hospital para pincharse, lo hace él mismo y en su casa. El camino lo mostró Star Trek: un Tricorder en la mochila o en la nave (hogar).

Una Europa de viejos monitorizados

La población europea mayor de 65 años se ha doblado entre 1960 y 2008. En el año 2050 cada dos trabajadores deberán mantener a un jubilado.

El 40% de los europeos padece una enfermedad crónica, unos 100 millones de ciudadanos. La medicación que necesitan cuesta a los Gobiernos europeos 125.000 millones de euros. En el año 2002 la Organización Mundial de la Salud señaló que la mitad de todas las medicinas recetadas para estos enfermos acaban en la basura.

Entre el 70% y 80% del coste público sanitario de los países de la OCDE es para enfermedades crónicas. Esto son 700.000 millones de euros. Y el coste público de la sanidad se doblara de 2005 a 2050 en la mayoría de países.

En tres años, unos 500 millones de personas en todo el mundo recibirán algún tipo de cuidado o control médico a través de aplicaciones en sus smartphones, un tercio de todos los propietarios de un teléfono inteligente.

El Reino Unido puso en marcha el mayor proyecto mundial de aplicación de la telemedicina a enfermos crónicos (sobre 6.900 pacientes). Según sus conclusiones, disminuyó un 14% la ocupación de camas y un 20% los ingresos hospitalarios.

El catálogo de la App Store de Apple tiene más de 10.000 aplicaciones de salud, algunas de los cuales han llegado a millones de usuarios. Solo 77 de ellas tienen alguna relación con el cáncer y, de ellas, solo la mitad han sido aprobadas por las autoridades médicas, según un estudio del Journal of Cancer Education.

En la India, más de 50.000 personas están llevando a cabo chequeos por teléfono usando una línea de pago similar a un número 900. Ya no tienen que viajar a la consulta, simplemente aprovechan la infraestructura móvil existente, en algunos lugares más extendida que la canalización del agua o el tendido eléctrico.

Cada aparato sanitario digital ahorra entre 4 y 36 minutos diarios al personal médico y previene hasta 24 errores, según el Quantifying the Business Value of Medical Device Connectivity (Black Box SME, 2011).

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