VIDEOBLOG | Largo camino por recorrer
Medicina personalizada... para el cáncer
Hace ya tiempo que se habla y mucho de la necesidad de que los pacientes tengan su diagnóstico y su tratamiento individualizado de acuerdo con sus genes. Al hilo de este reclamo han surgido compañías que publicitan las bondades de conocer genes, mutaciones e incluso la longitud de los telómeros. Estos son estructuras celulares claves en el proceso de regeneración celular y cuya longitud se asocia con la verdadera edad biológica de cada individuo. Compañías que quieren hacer negocio, es muy lógico.
A día de hoy, conviene dejar claro que el único campo que se está beneficiando de genes y marcadores moleculares específicos es el cáncer. En casi todos sus subtipos saber el perfil molecular del tejido tumoral puede decidir la terapia apropiada que se debe elegir. Aquí no hay duda alguna.
No obstante, existen otras áreas de la salud donde la medicina genética personalizada aún no ha llegado y tardará todavía tiempo en encontrar su campo. Los problemas cardiovasculares son un ejemplo claro. Y eso que esta patología es la que causa la mayor mortalidad en todo el mundo.
El Dr Valentín Fuster, en el transcurso de su curso anual en la UIMP de Santander hace unos días, aseguró que -salvo excepciones- conocer genes y mutaciones no es un determinante claro ni en el diagnóstico ni en el tratamiento de estas enfermedades. Porque el real problema de la patología cardiovascular es que la población la previene muy mal -y prácticamente todos conocen cómo hacerlo- y, lo que es peor, cuando se diagnostica y se sugiere una terapia crónica, la mitad de los pacientes olvidan realizar los tratamientos.
Esos si son los obstáculos que hay que solventar. Es, por tanto, un absurdo hablar de genes, mutaciones y gasto en todas estos asuntos sin antes ocuparse de resolver cuestiones que pueden tener mucha más trascendencia en todos los pacientes.
A día de hoy, conviene dejar claro que el único campo que se está beneficiando de genes y marcadores moleculares específicos es el cáncer. En casi todos sus subtipos saber el perfil molecular del tejido tumoral puede decidir la terapia apropiada que se debe elegir. Aquí no hay duda alguna.
No obstante, existen otras áreas de la salud donde la medicina genética personalizada aún no ha llegado y tardará todavía tiempo en encontrar su campo. Los problemas cardiovasculares son un ejemplo claro. Y eso que esta patología es la que causa la mayor mortalidad en todo el mundo.
El Dr Valentín Fuster, en el transcurso de su curso anual en la UIMP de Santander hace unos días, aseguró que -salvo excepciones- conocer genes y mutaciones no es un determinante claro ni en el diagnóstico ni en el tratamiento de estas enfermedades. Porque el real problema de la patología cardiovascular es que la población la previene muy mal -y prácticamente todos conocen cómo hacerlo- y, lo que es peor, cuando se diagnostica y se sugiere una terapia crónica, la mitad de los pacientes olvidan realizar los tratamientos.
Esos si son los obstáculos que hay que solventar. Es, por tanto, un absurdo hablar de genes, mutaciones y gasto en todas estos asuntos sin antes ocuparse de resolver cuestiones que pueden tener mucha más trascendencia en todos los pacientes.
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