viernes, 6 de julio de 2012

La furia peligrosa podría ser común entre los adolescentes de EE. UU.: MedlinePlus

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La furia peligrosa podría ser común entre los adolescentes de EE. UU.

Una afección llamada trastorno explosivo intermitente no se diagnostica ni se trata lo suficiente, señalan expertos

Traducido del inglés: martes, 3 de julio, 2012
LUNES, 2 de julio (HealthDay News) -- Casi dos tercios de los adolescentes de EE. UU. han tenido un ataque de furia tan grave que han destruido propiedad, o amenazado o atacado a otra persona, halla un estudio reciente.
Cuando esos ataques persisten, el síndrome se puede considerar como trastorno explosivo intermitente. Uno de cada doce adolescentes de EE. UU. podría sufrir de la afección, que por lo general aparece en la niñez tardía, afirman los investigadores.
"Se trata de uno de los trastornos en adolescentes más comunes en EE. UU., y el trastorno ignorado más importante entre los jóvenes del país", señaló el investigador líder Ronald Kessler, profesor de políticas de atención de salud de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
"Por motivos que no tengo claros, [esto] no ha llegado a la atención de la profesión psiquiátrica", añadió.
No está claro si el problema de furia ha aumentado o simplemente no se había reconocido lo suficiente, señaló Kessler. "Pero sabemos que es un gran problema". La afección puede continuar en la adultez y llevar a depresión y al abuso de las drogas y del alcohol, advirtió.
Aunque es común que un niño tenga una explosión de ira, no es normal que la furia descontrolada sea un patrón constante, apuntó Kessler. "Y si hablamos de un adolescente, definitivamente no es normal y realmente afecta la forma de vida".
Muchos adolescentes que sufren de trastorno explosivo intermitente tienen padres con tendencias violentas, o mamás con trastorno de pánico, anotó Kessler. Los niños en esas situaciones podrían aprender que la furia es una reacción aceptable a los problemas, planteó.
Aunque el problema es común, "no hay mucha evidencia científica que muestre cómo tratar [el trastorno explosivo intermitente]", apuntó Kessler.
El informe aparece en la edición de 2 de julio de la revista Archives of General Psychiatry.
Para el estudio, el equipo de Kessler recolectó datos de la Encuesta nacional de comorbilidad-complemento de replicación en adolescentes, una encuesta de adolescentes de 13 a 17 años. El estudio incluyó información provista por casi 6,500 parejas de adolescentes y padres.
Esos datos revelaron que uno de cada doce adolescentes de EE. UU. (alrededor del ocho por ciento) cumplían con los criterios del trastorno explosivo intermitente, o sea que habían tenido tres episodios de agresividad impulsiva "gravemente fuera de proporción con cualquier estresor psicosocial precipitante",
Los investigadores excluyeron a cualquiera que tuviera un diagnóstico de otro problema de salud mental, como el trastorno bipolar, el déficit por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno oposicional desafiante o el trastorno de la conducta, todos asociados con conductas agresivas.
La afección fue más común entre los adolescentes que no vivían con sus dos padres biológicos y entre los que más hermanos tenían.
Más de un tercio de los adolescentes identificados con furia crónica habían recibido algún tratamiento por problemas emocionales, pero apenas 6.5 por ciento habían sido tratados específicamente para la ira, hallaron los investigadores.
Simon Rego, director de capacitación en psicología del Centro Médico Montefiore en la ciudad de Nueva York, dijo que los hallazgos indican que la afección amerita más atención.
"Aunque no es sorprendente que los investigadores hallaran que [el trastorno explosivo intermitente] sea un trastorno común en los adolescentes de EE. UU., lo que es sorprendente es el hecho de que los datos también muestren que [el trastorno explosivo intermitente] no se trata lo suficiente", planteó Rego.
Esta conclusión, más el potencial de la afección de consecuencias graves, sugiere que se necesita más investigación sobre este trastorno, enfatizó.
"La investigación se debe enfocar en los factores que ponen a los adolescentes en riesgo, además de cualquier factor protector identificable", apuntó Rego. Añadió que la meta es ayudar a los investigadores y a los profesionales clínicos a desarrollar tratamientos efectivos que puedan aplicarse a una edad temprana entre los que están en riesgo.
El equipo de Kessler considera que programas de prevención de la violencia basados en la escuela podrían ayudar con la detección precoz.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Ronald Kessler, Ph.D., McNeil Family Professor of Health Care Policy, Harvard Medical School, Boston; Simon Rego, Psy.D., director, psychology training, Montefiore Medical Center, New York City; July 2, 2012, Archives of General Psychiatry
HealthDay
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