lunes, 12 de abril de 2010

La enorme capacidad que tiene el virus de la gripe para recombinarse justifica las medidas tomadas por las autoridades sanitarias


EL MÉDICO INTERACTIVO
ESPAÑA
La enorme capacidad que tiene el virus de la gripe para recombinarse justifica las medidas tomadas por las autoridades sanitarias ante la incertidumbre de su evolución

Redacción

Es una de las conclusiones del ciclo ‘Desde la Memoria: Historia, Medicina y Ciencia en Tiempos de…’, organizado por la Fundación de Ciencias de la Salud, donde se recuerda que en la actualidad se registran entre 1.500 y 3.000 casos de peste al año en todo el mundo, con una mortalidad cercana al 15 por ciento



Madrid (13-4-2010).- “La enfermedad, en general, y las epidemias, en particular, están íntimamente relacionadas con el desarrollo humano”, ha destacado Diego Gracia, catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, a modo de conclusión de la cuarta y última sesión del ciclo ‘Desde la Memoria: Historia, Medicina y Ciencia en Tiempos de…’. Bajo el título general de ‘Epidemias en España’, los ponentes han hablado de las epidemias de fiebre amarilla, cólera y gripe, y se ha incidido en que la enorme capacidad que tiene el virus de la gripe para recombinarse justifica las medidas tomadas por las autoridades sanitarias ante la incertidumbre de su evlución futura.

En los siglos XVIII y XIX “aparece la preocupación por la salud de la población, razón por la cual cambian el concepto de epidemia y los medios para prevenirla”, ha apuntado Esteban Rodríguez Ocaña, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada. Entre otras cosas, cambia la legislación sanitaria y empiezan a aparecer las vacunas y los sueros. “Cuando desaparece el régimen absolutista, el control de esta normativa tan específica pasa de manos militares a civiles, la Administración sanitaria se profesionaliza y desaparece la tipificación de delito en este ámbito”, explica.

“A lo largo del siglo XIX se hizo muy notable el cólera, convirtiéndose en pandémico en torno a 1817”, comenta. Las tres grandes epidemias de esta enfermedad en España fueron las de 1833-1835, 1853-1856 y 1884-1885. “Una característica común a todas las epidemias es el miedo a la enfermedad, al tratamiento y a las medidas de incomunicación”, añade.

La historia de la gripe
Rafael Nájera, profesor emérito de la Escuela Nacional de Sanidad, ha tratado sobre la historia de la gripe. Se han consignado 31 pandemias en los últimos cuatro siglos, destacándose especialmente las de 1788-1789, 1889-1890, 1918-1919 y 2009.

“La influencia de los medios de transporte en su expansión empieza a documentarse en la segunda de ellas, y cobra especial relevancia tras la aparición de los aviones comerciales”, señala el experto. Asimismo, “los grandes avances en torno al abordaje de la gripe aparecen ligados a intereses económicos más que sanitarios”, debido a las consecuencias negativas que tuvo para industrias tan importantes como la tabacalera o la porcina. Así, hasta 1933 no se descubrió el virus de la gripe.

En relación con la evolución del virus de la gripe, hay tres epidemias a tener en cuenta: la “gripe española” de 1918, la asiática de 1956, la de Hong-Kong de 1968. La primera “se habría originado a partir de una fuente aviar en porcinos y humanos”, señala el experto. Este virus fue reemplazado por otro en el que se mezclaron segmentos suyos con los de un virus de procedencia aviar. “Éste circuló hasta la aparición de un nuevo recombinante en 1968”. El origen de la actual pandemia se debe a un virus con genes procedentes de dos cepas porcinas, una aviar y otra humana. “La enorme capacidad de estos virus para recombinarse justifica las medidas tomadas por las autoridades sanitarias ante la incertidumbre de su evolución futura”.

Vicente Pérez Moreda, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Complutense de Madrid, ha expuesto su visión de las implicaciones demográficas y económicas de las epidemias.

También se pueden extraer conclusiones positivas de las grandes mortandades del pasado. Así, “a raíz de las epidemias del siglo XIV, se adoptaron nuevas medidas de urgencia para reducir el caos urbano y contrarrestar el contagio”, como la prohibición de la movilidad de personas y mercancías. “Algunas de ellas llegaron a ser permanentes, y se controlaron por medio de los consejos de sanidad, observatorios epidemiológicos municipales que tuvieron un importante desarrollo”, explica.

Otras epidemias posteriores estimularon la redacción de las primeras leyes de Sanidad. “La lucha contra la epidemia debería hacernos recordar que muchos dieron la vida por el desarrollo de medidas preventivas”, añade.

Antonio Carreras, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Salamanca, ha señalado que “el declive de la peste se debió fundamentalmente a la mejora en las condiciones de vida y en los servicios de salud”. A pesar de ello, “sigue siendo una enfermedad de declaración obligatoria porque el riesgo de epidemia siempre está ahí”. En la actualidad se registran entre 1.500 y 3.000 casos al año en todo el mundo, con una mortalidad cercana al 15 por ciento (de 200 a 300 fallecimientos). “Dicha cifra era del 60% antes de la aparición de los antibióticos, y del cien por cien en los casos de peste neumónica”, apunta.

Epidemias y literatura
Las epidemias han llenado las páginas de muchas obras literarias, razón por la cual la segunda sesión del ciclo de conferencias se ha celebrado bajo el epígrafe de ‘Epidemias y Ficción’. A este respecto, la escritora María Tena ha analizado cuatro grandes relatos en los que se hace referencia a tales amenazas: “Decamerón”, de Giovanni Boccaccio; “Muerte en Venecia”, de Thomas Mann; “La Peste”, de Albert Camus, y “El Amor en los Tiempos del Cólera”, de Gabriel García Márquez. En todas ellas queda demostrado que las epidemias “sacan lo mejor y lo peor de las personas”, explica.

Las epidemias “nos concitan a un miedo mayor que la muerte en sí, en la medida en que pueden desencadenar una catástrofe global”, apunta la escritora. Según el escritor Miguel Sánchez-Ostiz, “la amenaza de la epidemia siempre va a acompañada de la flecha del miedo”. Un claro ejemplo de esto podemos encontrarlo en la reciente crisis de la Gripe A.

Los males secretos son patologías que tienen un especial estigma. Quizás la más representativa de todas ellas sea la sífilis, que tardó en curarse casi cuatro siglos desde su aparición, en 1495.

Con respecto a la visión estigmatizadora de esta enfermedad, es de destacar la imagen de la culpabilidad de la mujer frente a la inocencia del varón como norma durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

Otro mal secreto muy representativo es la tuberculosis. El escritor Ignacio Martínez de Pisón ha hablado del prestigio social de una enfermedad que hizo especial mella en el colectivo de artistas durante el siglo XVIII y principios del XIX. Escritores tan importantes como Gustavo Adolfo Bequer, las hermanas Brontë, Miguel Hernández, Franz Kafka, George Orwell, Jaime Gil de Biedma, Edgar Alan Poe o Antonio Machado padecieron o vivieron de cerca la enfermedad.

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