domingo, 12 de julio de 2009

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06 JUL 09 | Alteración de las funciones superiores
Deterioro del aprendizaje visoespacial en la enfermedad de Parkinson
La afectación de la percepción visoespacial y la reducción de la capacidad de la memoria de trabajo juegan un papel determinante en el deterioro de la capacidad de aprendizaje visoespacial.

Dres. Iván Galtier, Antonieta Nieto, José Barroso y Jesús Norelis Lorenzo
Psicothema
2009. Vol. 21, nº 1, pp. 21-26


A pesar del hecho de que en la Enfermedad de Parkinson (EP) se han encontrado alteraciones en diferentes procesos mnésicos, la capacidad de aprendizaje espacial es aún un aspecto poco estudiado.

Nuestro objetivo es estudiar el estado de la capacidad de aprendizaje visoespacial y verbal en una muestra de pacientes con enfermedad de Parkinson, sin demencia, en estadio leve-moderado, y analizar la posible influencia de la velocidad de procesamiento, funciones atencionales, memoria de trabajo y percepción visoespacial. Los pacientes (N= 20) rindieron significativamente peor que los controles (N= 20) en Localización Espacial, Juicio de Orientación de Líneas (JOLT) y 8/30 SRT. No se observaron diferencias en el resto de funciones evaluadas. El análisis de regresión mostró que el rendimiento en Localización Espacial y el JOLT explican un 58,2% de la varianza de la curva de aprendizaje visoespacial. Nuestros resultados ponen de manifiesto una alteración temprana en la EP de la percepción y memoria de trabajo visoespacial y, debido en gran medida a estas alteraciones primarias, un déficit de aprendizaje espacial. Estos resultados sugieren una amplia afectación de los procesos visoespaciales, explicable por la disfunción de los circuitos córtico-estriatales que implican tanto al córtex prefrontal como al córtex parietal posterior.

La Enfermedad de Parkinson idiopática (EP) es un trastorno neurodegenerativo, de etiología desconocida, en el que el principal hallazgo neuropatológico es una degeneración de la sustancia negra y la consiguiente disfunción del sistema nigroestriatal. Se caracteriza por la presencia de signos físicos de inicio y curso asimétrico como bradicinesia, temblor en reposo, rigidez y alteración de los reflejos posturales. Desde que la enfermedad fuera descrita por primera vez en 1817 por James Parkinson, la mayoría de los esfuerzos en investigación se han centrado en la comprensión de la sintomatología motora y la búsqueda de alternativas terapéuticas eficaces. Los avances alcanzados en este sentido permiten que, en la actualidad, un paciente con EP pueda mantener una vida activa, profesional y socialmente, durante un tiempo considerable tras el diagnóstico. Por este motivo, en las últimas décadas se ha producido un aumento del interés por los síntomas no motores de la enfermedad, prestando especial atención a la sintomatología de tipo cognitivo.

Según estudios recientes, entre un 25 y un 30% de los enfermos de Parkinson desarrollarán una demencia (Aarsland, Zaccai y Brayne, 2005). Aún cuando no se desarrolle una demencia, la aparición de déficit cognitivos es frecuente, incluso en las fases iniciales de la enfermedad (Muslimovic, Post, Speelman y Schmand, 2005). Se han descrito alteraciones de la atención, enlentecimiento cognitivo, trastornos del aprendizaje y la memoria, alteraciones en las funciones ejecutivas, así como disfunciones visoespaciales (Alegret, Vendrell, Junqué, Valldeoriola y Tolosa, 2001; Bruna, Roig, Junqué, Vendrell y Grau-Veciana, 2000; Caballol, Martí y Tolosa, 2007; Emre, 2003; Taylor y Saint-Cyr, 1995; Levin et al., 1991).

El estado del aprendizaje y la memoria es uno de los campos más estudiados. A pesar de ello, muchas cuestiones permanecen aún abiertas. Se ha informado de alteraciones en la capacidad de aprendizaje y el recuerdo espontáneo tras demora, no encontrando déficit en el reconocimiento. Este patrón sugiere que la afectación de la memoria declarativa es secundaria a un déficit en la recuperación espontánea de la información y se ha interpretado como indicativo de una disfunción frontal debida a la afectación de los circuitos neuronales fronto-basales (Alexander, Delong y Strick, 1986; Stefanova, Kostic, Ziropadja, Ocic y Markovic, 2001; Pillon, Deweer, Agid y Dubois, 1993; Tröster y Fields, 1995). Sin embargo, este patrón de resultados no siempre se ha visto confirmado.

En este sentido, algunos autores no han obtenido evidencias de afectación de la memoria declarativa (Ivory, Knight, Longmore y Caradoc-Davies, 1999), o bien las alteraciones se han observado en tareas de reconocimiento o recuerdo guiado (Higginson, Wheelock, Carroll y Sigvardt, 2005; Sommer, Grafman, Clark y Hallett, 1999; Vingerhoets, Verleden, Santens, Miatton y De Reuck, 2005).

La investigación sobre el estado del aprendizaje y la memoria en la EP, así como las conclusiones alcanzadas, se basan, principalmente, en el estudio de la memoria verbal. Por lo que respecta a la memoria espacial, se ha examinado la memoria de trabajo espacial (Owen, Iddon, Hodges, Summers y Robbins, 1997; Postle, Jonides, Smith, Corkin y Growdon, 1997) y el recuerdo inmediato y/o demorado de figuras o diseños geométricos(Flowers, Pearce y Pearce, 1984; Sánchez-Rodríguez, 2002; Sánchez, Rodríguez y Alburquerque, 1995; Uekermann, Daum, Peters, Wiebel, Przuntek y Muller, 2003). En general, los pacientes con EP suelen mostrar un rendimiento deteriorado, aunque ni los resultados, ni su interpretación, son consistentes. Por otro lado, según la revisión realizada, no hay prácticamente datos sobre la capacidad de aprendizaje visoespacial. Una excepción la constituye la serie de trabajos realizados por el grupo de Pillon sobre el aprendizaje de localizaciones espaciales. Estos autores observaron alteraciones en el rendimiento de los pacientes con EP en una tarea que implicaba asociar dibujos de objetos familiares con su ubicación sobre una matriz. Sin embargo, estas alteraciones no eran debidas a un déficit específico en aprendizaje espacial, sino a un déficit en aprendizaje asociativo que afectaba tanto al aprendizaje de la localización espacial como al aprendizaje verbal (Pillon, Ertle, Deweer, Sarazin, Agid y Dubois, 1996; Pillon, Deweer, Vidailhet, Bonnet, Hahan-Barma y Dubois, 1998).

Ante la carencia de datos sobre el aprendizaje espacial en la EP, nos planteamos estudiar el estado de la capacidad de aprendizaje y memoria visoespacial y verbal en una muestra de pacientes sin demencia, en un estadio leve-moderado de la enfermedad. Además, dado que diversos procesos pueden influir sobre la capacidad de aprendizaje, nos propusimos analizar el efecto de algunos aspectos generales, como la velocidad de procesamiento, la capacidad de mantenimiento atencional y la memoria de trabajo, y otros más específicamente vinculados al procesamiento espacial, como la percepción visoespacial.

Método

Participantes

La muestra estaba formada por 20 pacientes con Enfermedad de Parkinson idiopática y un grupo control compuesto por 20 sujetos neurológicamente sanos. Ambos grupos se emparejaron por edad, sexo, años de estudio e inteligencia general, según la puntuación obtenida en el subtest de Información de la Wechsler Adult Intelligence Scale III (WAIS; Wechsler, 1997a). El diagnóstico se estableció según los Criterios Clínicos del Banco de Cerebros de la Sociedad de EP del Reino Unido para el diagnóstico de la Enfermedad de Parkinson (Hughes, Daniel y Kilford, 1992). En el momento del estudio todos los pacientes recibían tratamiento farmacológico con levodopa y agonistas dopaminérgicos, presentando un grado de afectación leve-moderado (estadio 2-3) según la escala de Hoehn y Yahr (1967). Además, se midió la gravedad de la enfermedad mediante la sección III (examen motor) de la Unified Parkinson Disease Rating Scale (UPDRS) (Fahn y Elton, 1987). Se administró el Mini-Mental State Examination (MMSE) (Folstein, Folstein y McHugh, 1975), excluyéndose aquellos con una puntuación inferior a 24, punto de corte habitualmente considerado como indicativo de deterioro cognitivo. Finalmente, con el fin de determinar el estado de ánimo se administró el Beck Depression Inventory (BDI) (Beck, 1961). Dos sujetos del grupo control no pudieron ser valorados.

Se verificó que pacientes y controles no se diferenciaron en la puntuación total del BDI. Sin embargo, dado que la puntuación media del grupo de pacientes fue superior a la del grupo control, se decidió llevar a cabo un análisis por componentes (Beck y Lester, 1973) con el objetivo de corroborar la ausencia de depresión. Se constató que ambos grupos no se diferenciaban en la sintomatología afectiva (t= 1,419; p= 0,164), las dificultades de rendimiento (t= 2,007; p= 0,052), ni las distorsiones cognitivas (t= 0,455; p= 0,652). Los pacientes únicamente presentaban un mayor número de quejas somáticas (t= 2,752; p<0,05) (insomnio, pérdida de apetito, pérdida de peso, hipocondría). En la tabla 1 se muestran las características de la muestra de pacientes con EP y del grupo control.

Material y procedimiento

Para medir la velocidad de procesamiento se utilizó la Unidad de Reacción del PC-Vienna System (Schuhfried, 1992), un instrumento que permite la presentación de estímulos, visuales y auditivos, registrando las respuestas con una precisión de milisegundos.

Se utilizó una tarea de Tiempos de Reacción, registrando el tiempo de decisión (TD), el tiempo motor (TM) y el tiempo de reacción o total (TR).

Para evaluar la capacidad de mantenimiento atencional utilizamos una adaptación del Paced Auditory Serial Addition Test (PASAT) (Gronwall, 1977). En la versión original se le pide al paciente que sume cada dígito que escucha con el inmediatamente anterior, hasta un total de 60 parejas. Sin embargo, para el presente estudio se decidió suprimir el componente de cálculo aritmético.

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